domingo, 21 de marzo de 2010

El eslín.

Camino a Laura, dimos con un campamento. Allí había un pequeño grupo de hombres que se dedicaban a amaestrar a algunos eslines para rastrear. Yo nunca antes había visto un animal así. Lo más llamativo era, sin duda, que tenía seis patas. Su cuerpo era cilíndrico, alargado, con una cola larga que movían de un lado a otro. Su cabeza tenía forma afilada, coronada por un par de orejas erectas, y su hocico escondía una doble hilera de dientes. Aquí, un boceto de un eslín:

Son animales sucios, su olor recordaba al de los hurones que tan de moda estaban en mi planeta. Solo que un hurón medía unos cuarenta centímetros y algunos de esos eslines llegaban a los seis metros con facilidad. Dina me explicó que cuando un eslín ha captado un rastro, no lo abandona. Son cazadores tenaces y hábiles rastreadores. También me dijo que a veces los usan para cazar esclavos fugados. Uno de los eslines bostezó y pude ver su enorme boca abierta y repleta de afilados dientes. Se me quitaron todas las ganas de huir, estando cerca esos animales. Sin embargo, aprovechando que los hombres estaban entretenidos hablando unos con otros, una de las chicas salió corriendo. No llegó lejos.

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