viernes, 26 de marzo de 2010

Un día en la vida de Huriye.

Cuando me despierto, al rayar el alba, mi Amo aún duerme, respirando tranquilo y profundamente. Yo le observo unos instantes, iluminado su ser con los primeros rayos del amanecer, beso el aire cerca de sus labios y, sin hacer ruido, me levanto de las pieles. Cojo un balde para traer agua para su aseo matutino y la templo. Para cuando he vuelto, él ya se despereza sobre el lecho.

Mientras mi Amo se lava, acudo a por su desayuno y, él ya vestido y dispuesto, se lo sirvo con devoción. Después, se marcha a cumplir con sus obligaciones para con la ciudad y yo me quedo para cumplir con las mías para con él.

Primero, abro las ventanas para que la luz y el viento fresco de la mañana goreana. Limpio el polvo del cuarto, retiro la ceniza de la chimenea y los restos del fuego después de comprobar que tira correctamente. Sacudo las pieles y las cepillo para que el pelo siga suave. Cojo un poco de incienso y lo enciendo en el quemador sobre la chimenea mientras salgo a por leña, aprovechando para traer flores frescas con que adornar la estancia. Mientras hago todo esto, ya que estoy sola, me doy el lujo de canturrear canciones de mi planeta natal. Hago la colada y la tiendo en el patio. A veces, si hace falta, zurzo alguna de las prendas de mi Señor, alegrándome de haber hecho caso a mi madre y haber aprendido los secretos de la costura.

Después de eso, si no tengo ninguna tarea especial para realizar, me dedico un tiempo a mí misma y me aseo, peino mi cabello,-lo que lleva su tiempo, con esta mata de pelo rebelde que tengo.- y perfumo mi piel. Entonces llega la hora de acercarse un rato a los Salones de Ar, por si algún Amo necesita de mis servicios. Y para hacer vida social, claro. A veces recito poesía para el Amo Skewb, o charlo de escritos con el Amo Lemorte, que siempre se sorprende de que una esclava bárbara cuente con la lectura y la escritura del goreano entre sus habilidades. También suelo servir vino negro (con un poco de leche de bosko y tres azucarillos) para la Señora Auryn. Alguna vez doy consejos a mis hermanas o los recibo de ellas. Pero no dejo de pensar durante todo el tiempo en el momento en que mi propio Señor deje las cuestiones de estado y aparezca para honrarme con su presencia.

Después llega la hora de comer las gachas y, por la tarde, me dedico a ensayar algún baile nuevo o a escribir este diario, hasta que vuelvo a los Salones. Es ahora cuando suele llegar mi Amo y me arrodillo a sus pies, contenta de estar junto a él. Pasamos el rato con los demás habitantes de Ar y, después, vamos juntos a sus aposentos.

Lo que ocurre allí, lo dejo a vuestra imaginación.

Sois mi sol y sois mi rey,
al que adoro sin reparo,
mi luz, mi estrella, mi faro,
sois mi Amo. Mi Amo Frey.

No hay comentarios:

Publicar un comentario