domingo, 14 de marzo de 2010

Pieles frías.

Hoy duermo sola, pero me lo he ganado a pulso. Espero que en el futuro no tenga que tumbarme sobre éstas pieles frías, abandonada y triste.

En la cadena de Nethet había otra chica de la Tierra. Se llamaba Janice y era irlandesa. Nos comunicábamos en inglés y fui aprendiendo goreano con ella. Me explicó dónde estábamos y recordé ligeramente una charla a la que acudí con una de mis amigas feminazis en la que lapidaban los libros en los que aparecía Gor. Y ahora resultaba que existía.

No tuve muchos problemas para aprender el idioma, siempre se me han dado bien. Hablo con fluidez el castellano, el inglés y el francés y me defiendo en alemán y euskera. Supongo que es porque pienso en imágenes y no tengo que andar traduciendo mentalmente lo que voy a decir. Janice era preciosa, con una melena de color fuego y pequitas en su rostro nacarado. Tenía los ojos verdes como yo. Dina, ella y yo hicimos buenas migas. Me ayudaron en lo que pudieron, pero yo era testaruda y caía sobre mí un castigo tras otro. Usualmente, por contestona y bocazas, me sumergían la cabeza en agua. Cuando, una de las veces, casi pierdo el conocimiento, dejé de ser impertinente.

Bort no me gustaba. Me miraba demasiado de una forma escalofriante. Procuraba no quedarme nunca a solas con él. Pero cuando fuimos las tres siguientes veces a que el médico me inyectara lo que fuese aquello, tenía que hacerlo. Aprovechaba para sobarme y a mí me repugnaba, pero no protestaba porque si me golpeaba él tal y como hizo Nethet, estaba segura de que podría matarme.

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