domingo, 4 de abril de 2010

Veneno.

Ayer intentaron envenenar a mi Amo.

Cuando entré en los salones, como siempre, acudí a sus pies y me arrodillé allí. El resto de las kajiras estaban en la cocina preparando un servicio. Cuando volvieron, estaban nerviosas. Brenda no paraba de toquetearse el cabello hasta que se le cayó una horquilla y se desmoronó su peinado. Hadaazul traía la bandeja, acompañada de una esclava que yo nunca había visto. No llegué ni a conocer su nombre.

Hadaazul se arrodilló junto con la nueva a los pies de mi Amo. Yo les dejé espacio, retirándome un poco. Mi Señor ordenó que fuese la recién llegada quién hiciera el servicio, guiándola mi hermana Hadaazul. Ella abrió la botella y probó el vino. Yo observaba de reojo a mi Amo, recordando cómo desconfió de mí el primer día, arrojando la copa que acababa de servirle contra la pared. Aquel día no sentí ningún aprecio por el que llegaría a ser mi Dueño con el tiempo. Aunque aquel episodio fue culpa mía, quería parecer una buena kajira y mentí respecto a mis habilidades. No he vuelto a mentir, me asustó terriblemente con aquel inesperado gesto y, además, me prohibió llevar un camisk nuevo hasta que él lo considerase necesario. No me cayó nada bien.

La kajira continuaba con su servicio, llenando la copa. Se la llevó a los labios, empapándolos con el licor y relamiéndose, la levantó y la ofreció a mi Amo. No había esperado los tres latidos. Él le dio una patada y yo me sobresalté, asustada por la reacción. La esclava se le lanzó encima, mordiéndole una oreja. Antes de que me diera tiempo a actuar, mi Amo había sacado la kiva y el cadáver de la joven yacía sobre las baldosas, tiñéndolas de sangre.

- Nunca te fíes de alguien que no espera antes de ofrecerte un servicio.- Dijo mi Señor.

Me pregunté si tan solo sería que tuvo un mejor día el día en que en lugar de abrirme en canal, arrojó la copa lejos de si. Me di cuenta de la suerte que había tenido. Y me sorprendí a mí misma aterrada ante la posibilidad de que- ahora me daba cuenta- la persona más importante para mí pudiese haber muerto. No me había percatado del cambio que se había operado en mi pensamiento, en mis sentimientos. Hace un mes, me habría alegrado la posibilidad de escapar, de librarme de ellos y sus órdenes. Ahora no. Ahora sería capaz de matar con mis propias manos a quien atentase contra el bienestar de mi Señor.

Sonreí, con los ojos anegados de lágrimas, por la tensión y por la felicidad de saber que él estaba bien, que estaba vivo y que seguía cerca de mí.

Según me han contado luego, el Amo Skewb se quedó con una muestra del veneno y con la copa. Me preocupa que haya un traidor en Ar. Es una época para mantener los oídos y ojos abiertos… y la confianza cerrada.

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